Reviews by Rath

Afamada película del director de "Lilith", para mi gusto su obra más redonda.

A pesar de ello, no debí verla en mi mejor momento, porque reconociendo su buena factura e interés, no me pareció tan gran cosa. La parte melodramática está muy cogida por los pelos: corta y poco precisa relación del protagonista con su excelente partenaire femenina, la siempre exquisita Piper Laurie.

Aunque tanto la ambientación general como el estudio de personajes están muy conseguidos, tanto que el realismo físico llega a ser asfixiante, la sobredosis billarística puede llegar a agotar casi tanto como a sus sufridos competidores fílmicos.

Indudable interés e impecable dirección e interpretación.

(13/6/1987)

-Crítica Nº 39-

Historia de una joven anónima errante, supuestamente basada en hechos reales, "Sin techo ni ley" es una película difícil, planteada con un durísimo realismo a años luz del cine de mero entretenimiento, de evasión, a pesar de que este último término es pieza fundamental en su contenido.

Desde la primera secuencia se conoce el trágico desenlace de los últimos meses de Mona, una mujer joven que escoge el arduo camino de la soledad y el vagabundeo en las condiciones vitales más precarias por el supuesto afán de conseguir una utópica libertad total.

Esta auténtica crónica está perfectamente elaborada tras el inicial recurso retrospectivo y ensamblando con oportunidad diversos testimonios de los personajes que conocieron a la muchacha en sus últimos días. Aquí lo que se cuestiona ante todo es la idea de lo alternativo, de la arriesgada, por radical, opción individual de rechazo hacia una sociedad insolidaria y embrutecedora. O, yendo más lejos, la extrema subjetividad que se otorga a una libertad que sólo existe como aspiración personal.

Una jovencísima Sandrine Bonnaire se viste por fuera, pero sobre todo por dentro, con el ropaje del desarraigo, componiendo un personaje que llega a las entrañas. Como anécdota, la actriz francesa reveló tras el pase privado de la película haber llorado por vez primera con su personaje al serle difícil reconocerse en el mismo y sufrirlo externamente, como simple espectadora.

(10/6/1987)

-Crítica Nº 38-

Salvando sus limitaciones por la muy lejana fecha de su realización y el añadido final feliz impuesto por la distribuidora, cabe situar a "EL viento" entre las películas más notables del cine mudo estadounidense.

El alucinante ambiente que se respira en una cabaña aislada en medio del desierto americano, unido a la terrible presencia de un fustigador viento y los ciclones -que se erigen en los verdaderos protagonistas de la película- hacen que ésta posea una densidad emocional y una visión epopéyica extraordinarias, plasmada a través de las delirantes ensoñaciones de su brillante protagonista, encarnada por Lillian Gish. También el resto del reparto cumple su labor con sobrada eficacia.

El único punto negro, o el más flojo de la obra, podría estar en su excesiva precipitación de los hechos y en alguna secuencia demasiado repetitiva, pese a forzar con ello el carácter claustrofóbico de la atmósfera en su conjunto. Su alegórico final, aún manipulado, puede salvarse merced a la sensible y buena mano del maestro Sjöstrom.

(7/6/1987)

-Crítica Nº 37-

"El rebaño de los ángeles" es un título atípico en la obra de su director en lo que a temática y forma de representación se refiere.

Se trata de un auténtico drama social y el único nexo común con el resto de producción de Chalbaud sería que comparte su ubicación con los ambientes marginales o, al menos, proletarios, de barriada lumpen de Caracas. En esta ocasión vemos a sus habitantes rodeados de problemas y miseria, pero el aspecto grotesco y el corrosivo humor negro han desaparecido.

Así las cosas y tomando como vehículo la trayectoria vital de una adolescente -y su drama personal, entre el instituto donde estudia y el barrio de chabolas donde vive- la historia acaba decantándose, pese a algún exceso de ternurismo, hacia el film de denuncia social.

(4/6/1987)

-Crítica Nº 36-

The Magnificent Ambersons es el título original de esta película, nada que ver con el rídiculo "El cuarto mandamiento" español.

Sin ser la mejor película de su director, bajo mi punto de vista sí es comparable -e incluso superior- a su más prestigiosa Ciudadano Kane.

Según el propio Welles, su personal historia de la decadencia de una aristocrática familia americana, fue posteriormente destrozada en la sala de montaje por el también realizador Robert Wise. Y, ciertamente, se percibe un excesivo apresuramiento en forzar o finiquitar situaciones hacia el final de la cinta. No obstante, ello no acaba por malograr la idea inicial y tampoco influye en su buena consideración general. La puesta en escena es admirable, sin demasiada ampulosidad, y la esmerada contribución de sus excelentes actores favorece el dramatismo de la desasosegante atmósfera en la que viven.

Se echa en falta un mayor desarrollo de algunas ideas y una visión más crítica y compleja de las relaciones de los distintos miembros de la familia. La sutileza -cuando no la carencia- de riesgo emocional no favorece al resultado global de este excepcional melodrama que, debido a ello, deviene en algo blando que impide a la película constituirse en la incontestable obra maestra de su genial autor.

(4/6/1987)

-Crítica Nº 35-

Que tanto el director como el guionista y algunos de sus principales actores pusieran el alcohol como principal protagonista de esta película durante sus reuniones fuera del rodaje, es más que apreciable con echarle un simple vistazo. Desconozco si será por el efecto del whisky en sus ya bastante desmadradas personalidades, pero la verdad es que la narración se resiente en cuanto a saltos en su guión (¿existió? se dice que el mismo se escribió sobre la marcha), más no así en sus aciertos en cuanto a lo divertido de situaciones y personajes.

Junto a ello, la presencia de actrices -en especial la de Gina Lollobrígida- parecen un simple añadido (se aprecia que no asistían a las juergas nocturnas) en su planteamiento y escenificación, sobre todo al término de la película. Entre algunas secuencias bastante amenas y algunas tomas muy divertidas aparecen intercaladas escenas deshilvanadas de enredos que, entorpecen o están de más. Obviando las apariciones femeninas, "Beat the Devil", en su título original, puede verse, preferiblemente en estado etílico...

(2/6/1987)

-Crítica Nº 34-

Decidida incursión de Cassavetes en el campo de la comedia que no deja de sorprender, a pesar de ciertas similitudes con el humor ligero y disparatado de una de sus primeras películas en este género, como fue "Husbands". Sobre todo, porque tanto en la presente como en los rasgos cómicos de sus films, el humor está más contenido o, al menos, entra en el terreno de lo razonable aunque vaya salpicando un trasfondo amargo.

En esta estúpida traducción al título original ("Big Trouble"), no caben los equívocos, puesto que se trata de una dislocada historia rayana de continuo en lo increíble por sus demasiado exageradas situaciones. El problema es que se parece demasiado a tantas y tantas comedias americanas, a pesar de que el director apunta con criterio más abierto.

Aunque alguna escena se alarga más de lo necesario, la película está hecha con soltura y sus buenos intérpretes (incluyendo, una vez más, Peter Falk) son pieza importante en este sentido.

(2/6/1987)

-Crítica Nº 33-

Aunque fue rodada inmediatamente después del primer mítico "King-Kong" por uno de sus dos realizadores, la película no puede competir en interés con su predecesora, a pesar de su buena factura y de algunos aciertos parciales. Se nota demasiado que se trata de una secuela con tintes aún más comerciales para aprovechar en taquilla el éxito de la primera.

En "El hijo de Kong" vuelve la misma historia con ligeras variantes pero sacarse de la manga que King Kong tenía un hijo (al estilo de la serie de Tarzán) y que éste salga en pantalla con dimensiones y carácter de gigantesco bebé gorila, es rizar demasiado el rizo. Aunque se "humaniza" hasta extremos ridículos su presentación, el animal no deja de tener idénticos rasgos cómicos de los que hacía gala su padre en la anterior versión, incluyendo también algunas divertidas peleas con monstruos antediluvianos.

Esta reiteración temática, bastante carente de imaginación, vendría a ser el mayor impedimento para hacer de la película una obra tan estimable como la primera, pero se deja ver con cierto agrado.

(31/5/1987)

-Crítica Nº 32-

Ambicioso proyecto de Bigas Luna que no llega a cuajar por su dificultad en plasmar visualmente una idea tan original y sugestiva como comprometida. La primera parte de la película conecta más con el tipo de cine simbólico y recargado característico de su realizador y, sin lugar a dudas, es la más conseguida e interesante. Personajes esotéricos y morbosos. Una madre y su hijo, solitarios y desquiciados en una casa en continua penumbra, inquietante, llena de objetos y de seres vivos de la más variopinta naturaleza y condición.

A raiz de esta introducción de especie de bajada a un infierno doméstico y del suceso que desencadenará una sucesión de crímenes, la película empieza a volverse contra el espectador. Y, ciertamente, intenta hacernos partícipes de primera mano en la acción desde el momento en que ésta transcurre en una sala de cine hasta el final de la película. Repetición de ideas, situaciones, imágenes en espiral hipnótica. Aquí la labor de sugestión/conexión se vuelve algo absolutamente personal de cara al espectador. Por mi parte, lamento no haberme sentido demasiado involucrado.

(28/5/1987)

-Crítica Nº 31-

Se dice que el escritor de la novela en que se basa el guión de la película era agnóstico. Aún cuando se percibe su habilidad para eludir cualquier forma de posicionamiento al respecto, da la impresión de que quiere demasiado a sus personajes como para desenmascararlos por completo. Parece apoyar la idea de una verdadera, "sentida" fe religiosa -el eje de la película- en unos seres que dedican todo su esfuerzo al proselitismo o, dicho en otras palabras, su misión evangelizadora (parece que, por contra, persisten en EEUU infinidad de sectas que sólo pretenden engordar el bolsillo de sus presuntos salvadores de almas). En este sentido, el papel que interpreta Burt Lancaster navega en ambos sentidos según la dirección del viento, es demasiado ambiguo, pese a sus contradicciones internas y a su apasionado amor por una predicadora visionaria.

Parece ser que guionista, director (excelente la factura de Brooks), o ambos, han querido darle un matiz más progresista o, al menos, no tan maniqueo a su proyecto. Por ello, es de agradecer el tratamiento que se hace del entramado religioso y su impacto en la masa social menos advertida, por lo que la historia discurre sin perder nunca interés.

(28/5/1987)

-Crítica Nº 30-